jueves, 13 de enero de 2011

El respeto a la naturaleza. Legado de los antepasados Wixarika



Introducción

        El pensamiento indígena antiguo y moderno está lleno de imágenes  de respeto a la naturaleza. El profundo respeto por la vida se encuentra bellamente expresado en el amor a la naturaleza. Los indígenas wixaritari consideramos que cada elemento de este territorio (tierra, plantas, animales, etc.) es sagrado. Nunca olvidamos de Wimakame, nuestra Madre Tierra:

“Nosotros somos parte de la tierra y la tierra es parte de nosotros. Las flores que aroman en el aire son nuestras hermanas; los desfiladeros, los pastizales húmedos, los animales -como el venado y el águila- forman un todo único”

El agua que circula por los ríos y arroyos de nuestro territorio no es solo agua, es también la sangre de nuestros ancestros. Cada planta brillante que está naciendo, cada grano de arena de las playas, cada gota de los ríos y los arroyos; el rocío en la sombra de los bosques; cada colina y hasta el sonido de los insectos son cosas sagradas. Nuestras tierras no están en venta. Ninguna oferta sería suficiente y ninguna se aceptaría. Si vendiéramos nuestra tierra no serla tratada como algo sagrado y a nuestros hijos ya nunca podríamos enseñarles las cosas que se reflejan en el agua cristalina de los lagos. Estamos hermanados con los ríos que sacian nuestra sed, conducen nuestro camino y alimentan a nuestros hijos.

Los te+waris (mestizos) no entienden nuestro modo de vida, no conocen las diferencias que hay entre dos colores de piel, no tratan a la tierra como hermana sino como enemiga; conquistan el territorio y luego lo abandonan, dejando allí a sus muertos sin que les importe nada. Tratan a Wimakame y a Tayeu Yuawi (Padre Cielo) como si fueran simples cosas que se compran, como si fueran cuentas de collares que se intercambian por otros objetos. El apetito del Te+wari terminará devorando todo lo que hay en las tierras, hasta convertirlas en desiertos. En nuestra cosmovisión, el mundo es como un todo. Todo es para todos, sin hacer distinciones. Nuestro modo de vida es diferente, cuando los teiwari visitan nuestras comunidades y asisten a nuestras ceremonias, nos sentimos avergonzados de no entenderlos, ni ellos a nosotros. Nuestra cultura es diferente de la del mundo moderno; en las poblaciones de los te+wari no hay tranquilidad, no puede oírse el rumor de las hojas primaverales al abrirse, ni el aleteo de los insectos; eso lo descubrimos nosotros, porque somos parte de la naturaleza. El ruido de las poblaciones insulta a nuestros oídos.

Tenemos preferencia por los vientos suaves que susurran sobre los estanques, por los aromas que transporta el límpido viento, por las lluvias de cada temporal y par las plantas que llenan de olores el ambiente. Si vendiéramos nuestra tierra, perderíamos el inmenso valor del viento, pues sabemos que el aire es parte del espíritu que sostiene nuestra vida. Por eso, para los indígenas wixaritari el aire es de un valor incalculable, ya que todos los seres compartimos el mismo aliento: los árboles, las plantas, los animales y los seres humanos. Los te+waris no tienen conciencia del aire que respiran y deterioran el medio natural donde viven; en cambio, los wixaritari hacemos ritual al aire para que permanezca y de vida en la zona. El primer soplo de vida que recibieron nuestros antepasados vino del aliento de los dioses. Por eso todos indígenas Y los mestizos debemos tratar a la tierra como sagrada. En nuestras tierras todos pueden disfrutar del viento, del aroma de las flores y las praderas. Los seres humanos debemos respetar a los animales y tratarlos como hermanos, como algo sagrado. Si todos los animales fueran exterminados, el hombre también perecería en una enorme soledad espiritual: el destino de los animales es el mismo que el de los hombres. Debemos enseñarles a nuestros hijos que el suelo que pisamos contiene las cenizas de nuestros ancestros, que la tierra se enriquece con la vida de nuestros semejantes y que debe ser respetada. Debemos enseñarles que todo existe para convivir en armonía y que lo que padezca la tierra lo padecerán nosotros y nuestras generaciones. Debemos enseñarles el significado, el valor y el respeto a la Madre Tierra.

        Por eso en cada pueblo indígena nos esforzamos en conservar la naturaleza. ¿Qué ha sucedido con los animales sagrados y las plantas en otros lugares? ¡han sido destruidos, han desaparecido debido a tantos cambios! En el mundo moderno hay temores y se siente amenazada la sobrevivencia. El «progreso» está acabando con la tierra y los seres vivos porque para los blancos y mestizos es más importante dominar la naturaleza que protegerla.

Por eso los wixaritari, particularmente los ma' arakate o cantadores, en las ceremonias hablan del respeto y del amor a la tierra y la naturaleza en un dialogo permanente y constante con los dioses del interior de la tierra.

Nuestros ancianos, guardianes de nuestra historia, nos enseñan las antiguas rutas del sol y de los astros para saber criar a nuestros hijos y transmitirles este conocimiento sagrado. Sobre este conocimiento se enfoca la presente obra, para transmitirlo y conservarlo, así como lo han hecho incontables generaciones de wixaritari.

Este documento recoge remotos conocimientos de ocho ancianos wixaritari a través de la palabra y el canto transmitiendo así los conocimientos ancestrales de generación en generación. Con respeto, las propias comunidades indígenas tomaron el acuerdo de elegir a los ancianos participantes para la transmisión de dicho conocimiento. Esto también obedece al reclamo de los ancianos que han visto como desde la incursión de la educación oficial en las comunidades wixaritari, así como de la presencia de los diferentes programas de gobierno, al no tomar en cuenta la realidad y la historia de la propia cultura indígena se ha propiciado que la palabra de los ancianos se vea relegada u olvidada. Agradecemos infinitamente la colaboración de todos los ancianos entrevistados de las comunidades de Santa Catarina Cuexcomatitlan, San Andres Cohamiata y San Sebastian Teponahuaxtlan así como la colaboración brindada por la Unidad de Apoyo a las Comunidades Indígenas de la Universidad de Guadalajara.

López de la Torre, Rafael. Entrevistas y recopilación. El respeto a la naturaleza. Legado de los antepasados Wixarika. Acento Editores, México, 2006. (p. 11-14)

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