sábado, 16 de junio de 2012

De Wirikuta show a los transgénicos



La campaña electoral tiene más de un efecto perverso. El olvido o minimización de algunos de los grandes problemas nacionales que, supuestamente, deberían estar en la oferta política de los candidatos es un claro ejemplo. Por una parte se descuidan problemas cruciales como son las decisiones de la Cofetel y la CFC sobre los monopolios televisivos y telefónicos, la devastadora sequía y sus efectos económicos y políticos, las amenazas de las concesiones mineras, la aprobación de cultivos transgénicos, etcétera. En el discurso electoral sólo se mencionan estos temas con frases tenues, voces desfiguradas, lugares comunes o sencillamente se ignoran. Para los candidatos a la Presidencia importa que el electorado esté "consciente" de que lo saben todo, lo incluyen todo y que no hay problema que se les escape. De entre los aspirantes, los medios resultan fascinados con quien demuestra mayor capacidad histriónica, inclinando las preferencias a su favor: la política deviene en farsa y simulación. La televisión parece feliz con este espectáculo convirtiéndolo en rating.

Mientras tanto, los que sí toman decisiones aprovechan la confusión de la comedia electoral para anunciar medidas de gran trascendencia, imponiéndolas contra el interés colectivo. Así, por ejemplo, aprovechando el ambiente circense de las últimas semanas y el efecto anestésico de los spots, el gobierno federal puso en escena el 24 de mayo pasado su Wirikuta show, metiéndose de lleno en esta disputa por el control y dominio del arte de mentir. Ese día, la Secretaría de Gobernación, la Secretaría de Economía, la oficina de relaciones públicas ambientales del Ejecutivo Federal, esto es, la Semarnat, y otros actores gubernamentales y privados, dieron a conocer el gran gesto de "bondad y amor" de una de las mineras canadienses involucradas hacia los indios wixaritaris (huicholes), hacia su territorio y sus dioses, donándoles 761 hectáreas del codiciado desierto de Wirikuta. Las organizaciones del pueblo Wixárika han denunciado la falsedad y manipulación de esta puesta en escena; las 761 hectáreas que graciosamente "donó" la compañía minera canadiense First Majestic Company, ya las había ofrecido a los huicholes a principios del 2011 y éstos las habían rechazado por dejar insatisfecha la demanda de cancelación del total de las explotaciones mineras en las 140,212 hectáreas que constituyen el territorio sagrado de Wirikuta y porque, además, esas 761 hectáreas no contienen minerales de interés económico para la compañía canadiense, como tampoco tienen ningún valor minero las 45 mil hectáreas que el gobierno declaró reserva minera el mismo día 24, como parte de su show mediático. Observando el mapa de la región de Wirikuta (http://frenteendefensadewirikuta.org/wirikuta), se puede ver con facilidad cómo esa supuesta "reserva" está trazada de tal manera que deja libre a las compañías el territorio que realmente les importa, donde abundan los codiciados metales: el proyecto extractivo de las trasnacionales en Wirikuta quedó intacto, tal y como estaba antes del show gubernamental.

La otra gran decisión que se aprobó, al abrigo de la disputa y el fuego mediático cruzado de las campañas electorales, fue la autorización el pasado 6 de junio a la compañía trasnacional Monsanto, por parte de la Sagarpa y con la anuencia de la Semarnat, para sembrar con fines comerciales soya transgénica en 253 mil hectáreas del territorio nacional, concretamente en los estados de Campeche, Quintana Roo, Yucatán, Tamaulipas, San Luis Potosí, Veracruz y Chiapas. Para Monsanto es un negocio redondo, venderán las semillas transgénicas para las siembras, venderán las cosechas o cobrarán las regalías por ellas y venderán los herbicidas de Monsanto, para los cuales serán resistentes sus plantaciones transgénicas. Para los productores de miel de estos lugares y para los ecosistemas, sobre todo de la península de Yucatán, la autorización de la Sagarpa y la Semarnat equivale a una sentencia de muerte. Los apicultores perderán el mercado europeo, a donde exportan 30 mil toneladas de miel al año porque, al contener trazos de material transgénico, quedarán automáticamente canceladas las exportaciones a ese importante mercado. Los ecosistemas perderán biodiversidad. Salvo los que promueven los transgénicos en México, casi todas las instituciones y organizaciones de la sociedad que tienen que ver con el tema se opusieron a la siembra de soya transgénica, tal fue el caso del INE, la Conabio y grupos como la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad.
Las dependencias federales encargadas de vigilar y administrar el interés nacional parecen haber invertido sus funciones, facilitando este proceso de empobrecimiento de los productores mexicanos y de la naturaleza que les brinda su fuente primaria de vida y sustento. Los candidatos y las autoridades no parecen registrar los peligros que esto representa para la vida y seguridad de la nación.

Por José Luis Lezama
16 Junio 2012

www.joseluislezama.com

1 comentario:

  1. Que poca madre que debemos hacer para impedirlo a toda costa esto no debe seguir nos van a matar por unos puto centavos

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